A-Si se resisten a que entremos, entonces derribaremos sus murallas. Les demostraremos que no deben cerrarse a nosotros.
B-Pero pensarán que nuestras intenciones son hostiles.
A-Cuando estemos dentro, se darán cuenta de que no lo son.
B-Pero eso es peligroso. Las murallas podrían venirse abajo y aplastarnos. Por no hablar de que su confianza en nosotros quedaría dañada, y con razón.
A-Me da igual. Comprenderán como nos sentimos o moriremos en el intento. Diego no deja las cosas a medias.
B-Tal vez bastaría con que llamáramos a la puerta y pidiéramos que nos dejen entrar.
A-No seas ingenuo. Nadie abre la puerta a los locos y los mendigos como nosotros.
B-Hay gente buena ahí fuera. Y la gente de la que nos rodeamos es buena.
A-Yo... No quiero pasar el invierno en la calle. Eso es todo.
B-Te entiendo. Yo tampoco quiero morir de frío. Pero hay que tener esperanza. La hostilidad nunca resolverá los problemas. Solo los agravará.
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