"-Decidme, Lord Varys, ¿a quién servís en realidad?
-Al reino, mi buen señor —contestó Varys con una sonrisa—, no lo dudéis."
Y de entre todos los personajes que hay en Canción de Hielo y Fuego, escogí este. Un eunuco calvo con unos kilos de más. Aunque bueno, tampoco es un eunuco cualquiera: Lord Varys, Consejero de Rumores desde la época del rey Aerys II hasta la actualidad. Supongo que desde la parte de rumores hasta la de eunuco (sí, me temo que sí), me recuerda a mí en gran medida.
Y los que me conozcáis, no os extrañaréis. Rumores, onformación, conocimiento. Todo es lo mismo. Saber es poder, y pocos saben más que este tipo.
Nunca busqué de forma demasiado activa la información y los chismes, ni siquiera ahora (aunque es evidente que sí que ha aumentado la curosidad). No sabría decir muy bien el motivo. Tal vez empezó como inseguridad, como una necesidad de saber si la gente que decía valorarme realmente contaba la verdad. Eso sería hace cusa de un año o así. Luego me dí cuenta de que era algo mucho más potente y delicado; una palabra dicha a la persona correcta (o incorrecta, según se mire) y puedes destrozar el tejido social. Como una chispa sobre un manto de seda, dejaría un buen agujero. Y por eso hay que tener cuidado, y creo que hasta ahora, lo he tenido.
Saber cosas puede ser un escudo o un arma, como he dicho, pero también pude ser magia. Magia con poder de sanar. Dar la información oportuna puede ayudar a la gente a seguir adelante, a que no se desanime o a que no caiga en pozos oscuros. Eso es lo que intento.
Y sin duda, la información más peligrosa es aquella sobre nosotros mismos. A veces las personas confían secretos a gente digna de poca confianza, y se vuelve contra ellos. Pero aún más preocupante es la información que uno tiene que guardar sobre sí mismo para evitar que los demás sufran.
¿Hasta dónde es justo ocultar? ¿Dónde acaba la preocupación por el daño que puedas causar a los demás con lo que sabes sobre tí mismo y empieza el egoismo de querer contarlo para liberarse de una carga, o el egoismo de no contarlo para evitar enfados? ¿Como distinguir un motivo del otro?
...
¿Qué hacer?
To speak or not to speak, that is the question.
Y los que me conozcáis, no os extrañaréis. Rumores, onformación, conocimiento. Todo es lo mismo. Saber es poder, y pocos saben más que este tipo.
Nunca busqué de forma demasiado activa la información y los chismes, ni siquiera ahora (aunque es evidente que sí que ha aumentado la curosidad). No sabría decir muy bien el motivo. Tal vez empezó como inseguridad, como una necesidad de saber si la gente que decía valorarme realmente contaba la verdad. Eso sería hace cusa de un año o así. Luego me dí cuenta de que era algo mucho más potente y delicado; una palabra dicha a la persona correcta (o incorrecta, según se mire) y puedes destrozar el tejido social. Como una chispa sobre un manto de seda, dejaría un buen agujero. Y por eso hay que tener cuidado, y creo que hasta ahora, lo he tenido.
Saber cosas puede ser un escudo o un arma, como he dicho, pero también pude ser magia. Magia con poder de sanar. Dar la información oportuna puede ayudar a la gente a seguir adelante, a que no se desanime o a que no caiga en pozos oscuros. Eso es lo que intento.
Y sin duda, la información más peligrosa es aquella sobre nosotros mismos. A veces las personas confían secretos a gente digna de poca confianza, y se vuelve contra ellos. Pero aún más preocupante es la información que uno tiene que guardar sobre sí mismo para evitar que los demás sufran.
¿Hasta dónde es justo ocultar? ¿Dónde acaba la preocupación por el daño que puedas causar a los demás con lo que sabes sobre tí mismo y empieza el egoismo de querer contarlo para liberarse de una carga, o el egoismo de no contarlo para evitar enfados? ¿Como distinguir un motivo del otro?
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¿Qué hacer?
To speak or not to speak, that is the question.
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