Cada vez más, me doy cuenta de que mis respuestas emocionales son bastante fuertes. La cuestión que me planteo es si porque exagero las causas o porque realmente lo merezca... o simplemente porque mi situación es complicada, o porque va escrito en mi personalidad.
No sé, pero la cuestión es que realmente, no me suele provocar un estado de bienestar y tranqulidad. Realmente, si me pasa algo que considero bueno, la reacción no es tan exagerada como si es algo malo. Puede que sea baja tolerancia a la frustración... pero no sé... realmente pienso que no me merezco la mayoría de las cosas que me pasan, que me merezco que la vida se porte mejor conmigo. Jeh. Como si la vida pudiera imponer justicia. O como si la justicia fuera un término que pudieran emplear los seres humanos...
Otra cosa que es graciosa es que soy incapaz de mantener un enfado más de... no sé... démosle 24 horas, tirando al alza. Y eso es algo que me intriga... la incapacidad de mantener un sentimiento de ese estilo. Puede parecer muy bonito, pero me paro a pensar y digo: pues la verdad es que tampoco soy capaz de mantener un estado de felicidad más de 24 horas... seguramente menos. En fin...
El arte de las emociones se aprende a lo largo de la vida. Es un conocimiento escurridizo, nadie te lo va a negar, pero en el esfuerzo de conseguirlo reside el secreto de la felicidad. Esa felicidad de la que tú y sólo tú eres su dueño. Que nadie te la arrebate.
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